Empecemos diciendo que para todo
hay un límite, y que hay fronteras que no pueden sobrepasarse, pero intentar
normalizar las relaciones internas de una empresa a golpe de Decreto nunca
funciona, como no funciona el café con leche para todos.
No hay dos empresas iguales, ni
tan siquiera dentro del mismo sector, ni hay dos trabajadores iguales, ni por
supuesto hay dos jefes iguales.
Estos días en Francia han hecho
oficial la desconexión por la que no se puede obligar a contestar emails o
llamadas fuera del horario laboral, y en España se está planteando la
posibilidad de terminar la jornada a las seis de la tarde y así favorecer la
conciliación.
Pero en este tema creo que debe
imperar el sentido común, es cierto que a un empleado a las tres de la
madrugada no se le puede acribillar con un Whatsapp con la última idea que se le
ha ocurrido a su jefe, pero ¿y si se está quemando la fábrica?
¿Y si estamos de viaje y con
zonas horarias distintas, en quince días no puedo ponerme en contacto con mi
equipo?
No todo vale, estamos de acuerdo,
pero tampoco se puede imponer una relación lineal para todos los trabajadores y
en todas las empresas.
¿Qué ocurriría si a partir de las
seis de la tarde, ya no pudiera ir a comprar la comida?, ¿ni visitar a mi
medica?, entonces ¿tampoco podría llamar a los bomberos ante una urgencia? Ya sé
que esto es llevar el planteamiento al absurdo, pero queremos salir antes de
nuestros trabajos, para que otros nos den servicios que demandamos con total
normalidad.
Debe imperar insisto el sentido
común, y saber que nuestros colaboradores son personas que tienen vida propia,
que hay límites que no podemos traspasar, pero si estamos trabajando para que
la tecnología nos haga la vida más fácil, y que sea una herramienta que nos
permita la flexibilidad laboral, trabajemos para, de verdad, erradicar el
presentismo en nuestras empresas.
La productividad no es cuestión de horarios,
hay que dar un paso más, y aprender a trabajar de otra manera.
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